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jueves, 18 de septiembre de 2014

CAPÍTULO XXXV - PROTECTOR




FUENTE






Sentado en el borde, con las piernas colgando hacia el vacio en uno de tantos rascacielos marchitos por el paso del tiempo, el ataque nuclear o guerras posteriores, Fuente miraba con la vista perdida hacia el horizonte desde una de las últimas plantas del edificio. Le habría gustado llegar a lo más alto, pero el resto era inaccesible.

La gran ciudad en ruinas era inmensa, centenares de edificios se elevaban ante sus ojos hasta llegar a difuminarse en el horizonte. Fuente intentaba subirse todos los días a los edificios más altos para ver si la salida de la ciudad estaba cercana, pero era un laberinto descomunal y cada vez estaba más cansado de fracasar en sus intentos por salir de urbe. El día no era lo suficientemente largo para explorar en una dirección u otra y volver de nuevo al asentamiento. La noche era tan peligrosa como el día, pero a pie de calle la exagerada elevación de los rascacielos hacía que la oscuridad más absoluta imperara en toda la metrópoli.

Meses atrás Pececito, el mandamás del Ejército del Pueblo Libre mandó varios pelotones entre los que se encontraba Fuente a rastrear la ciudad en busca de riquezas, armamento y munición. Bien adentrados en las ruinas de la capital, fueron sorprendidos por armas biológicas que los habitantes del antiguo mundo soltaron en la guerra para destruir la ciudad. Criaturas que parecían proceder del inframundo, abominaciones que ninguna persona podría llegar a imaginar, sueltas durante décadas en aquel gigantesco cementerio de cadáveres a su libre albedrío sin control alguno. Desde aquel momento les fue imposible regresar, pasaron los últimos meses intentando sobrevivir, la comida escaseaba y muchos perecieron a causa del hambre o los ataques de las abominaciones. Otros por el contrario quisieron hacer de los engendros muertos su cena, pero el nivel de radiación acabó por destrozarles la tripa.

Fuente había comido de todo lo comible, solo le quedaba cruzar la delgada línea que le separaba entre la cordura y el canibalismo de personas, pero por el momento, no estaba dispuesto a llegar a tal extremo. El alcohol y las drogas que aun quedaban en el campamento calmaban su apetito, pero estaban mermando considerablemente su salud.


-¡Joder Fuente no se que será peor si morir de hambre o reventar como lo estás haciendo de una sobredosis!-espetó Santiago, un buen amigo suyo y de los pocos supervivientes que aun tenían fuerzas para caminar. Los inyectores de meta-codeína vacios, tirados alrededor suyo lo habían delatado. No hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que estaba poniéndose, Santiago le recriminaba una y otra vez que lo dejara pero él hacía caso omiso a los consejos de su amigo.

-¡Es mejor morir volando que vivir agonizando!-vociferó Fuente. Odiaba el mote que le habían puesto sus compañeros la noche en que estando de fiesta, subió a la azotea del prostíbulo donde habían pasado la mitad de la noche, se bajó los pantalones y comenzó a orinar hacia la calle, con tan mala suerte que acertó de lleno en la cabeza del sargento Salinas que salía del local encendiéndose un cigarro. Como castigo Fuente no cobró en el periodo de siete noches y siete días, pero lo que más le jodió fue el mote que a partir de entonces comenzaron a llamarle todos sus compañeros.

-¡Otro día más sin encontrar una puta salida!- lamentó Santiago sentándose a su lado.

-¡Qué más da!-Fuente sabía que su compañero no tenía la culpa de sus desgracias, pero le hablaba como si realmente lo fuera, aunque Santiago ya estaba acostumbrado a su forma de ser- ¡El mundo está hecho una mierda tanto fuera como dentro de esta maldita ciudad! ¿Que mas da donde vivir?

-¡Fuera al menos viviríamos, aquí dentro solo podemos alargar nuestra agonía!

El cigarro casi consumido comenzaba a quemarle dos dedos, apuró la última calada y lo tiró al vacio.

-¡En fin voy a ver si le doy a algún mutante en la cabeza!- aun con todas las sustancias que llevaba en el cuerpo, Fuente consiguió levantarse, se bajó los pantalones e hizo honores a su mote. Su compañero no podía dejar de reír a carcajadas al ver tal espectáculo.

Aquel chistoso momento se vio interrumpido por un extraño objeto que divisaron a lo lejos, acercándose hacia ellos a gran velocidad, surcando la atmosfera de la gran ciudad. Al principio parecía un pájaro, pero una vez el extraño objeto estuvo lo suficientemente cerca, distinguieron una criatura enorme colgando de lo que parecía ser una pequeña nave tripulada por un cerebro.

-¿Estoy demasiado drogado o eso es lo que parece?-el pánico comenzaba a apoderarse de Fuente, que no daba crédito a lo que estaba viendo.

-¡Creo que estamos viendo lo mismo!-respondió Santiago que no salía de su asombro. Aquel ser debía tener una altura similar a la que tendrían tres plantas de aquel edificio, de piel blanquecina e inexistente en algunas partes de su cuerpo. Era como una mala copia a tamaño ampliado de un cadáver mutante, con deformidades por doquier. La frente brillaba por su ausencia, por muy grande que fuera aquella cosa el cerebro debía ser tan pequeño como un guisante, porque espacio en aquella enorme cabeza no parecía haber para ello, no al menos como debía ser. Ojos pequeños incrustados en profundos y huesudos cuencos. Fosas nasales diminutas y carencia de nariz. La boca parecía estar en posición vertical, de ella sobresalían cuatro colmillos, uno en cada esquina pegados a un músculo que tapaba casi por completo su boca. El cuello era un amasijo abarrotado de músculos que unían la parte superior de la cabeza con los hombros. El cuerpo de aquella criatura parecía el de un hombre que hubiera muerto de hambre, los huesos muy marcados y los músculos casi saliéndose de la piel. Se trataría del ser mas enclenque y débil que Fuente jamás hubiera visto, pero por su tamaño, la realidad resultaba ser bastante diferente. Parecía dormido, las garras entrecruzadas sujetaban sus piernas dándole la forma de una bola gigantesca.

El pequeño artefacto sujetaba la abominación por un tejido que le sobresalía de la espalda a la altura del pescuezo.

-¡Joder vámonos!-gritó Fuente. Cuando quisieron escapar ya era demasiado tarde, la pequeña nave dejó caer la criatura, esta impactó contra el edificio y despertó de inmediato. La sacudida fue tan violenta que por momentos pensaron que la torre de pisos se derrumbaría como un castillo de arena.

La criatura cayó varias plantas por debajo de donde estaba Fuente y su compañero, al acercarse de nuevo al borde comprobó como ascendía clavando sus enormes manos a la marchita estructura del edificio. Cascotes y escombros caían a cada manotazo.

-¡Hay que hacerlo caer o el edificio se vendrá abajo!-gritó Santiago-¡Dispara!

Las células de fusión parecían no afectar en absoluto a la abominación, esta continuaba su ascenso emitiendo un grito tan potente que hacía temblar los cimientos de la torre. Sus fauces expulsaban a varios metros un gran chorro de saliva cada vez que el ser abría la boca.

-¡Mierda! ¡Deja de disparar y corre!- gritó Fuente ante la desesperación de no poder frenar el ascenso de la criatura. Rápidamente se dirigieron hacia el interior del edificio donde se encontraban las escaleras y el hueco por donde se supone que antes se encontraban los ascensores.

Descendieron varias plantas, hasta que finalmente toparon con la feroz mirada de la criatura, esta al verlos no dudó un momento y lanzo un violento golpe que traspasó el bloque entero. En el último momento Fuente pudo esquivar la embestida, pero no así su compañero Santiago que cayó preso por la enorme mano de la abominación.

-¡Santiiii!- gritó Fuente disparando hacia la gigantesca mano para intentar liberar a su compañero, pero sus esfuerzos fueron en vano. La criatura retiró ferozmente el brazo y la estructura cedió. Las plantas superiores del edificio se vinieron abajo en una lluvia de polvo y escombros. Fuente de espaldas al suelo y con su rifle de plasma en las manos retrocedía torpemente viendo como Santiago, aprisionado, se debatía entre la vida y la muerte. Estaba asfixiándose por la enorme presión que la criatura ejercía sobre su cuerpo. Su cara cada vez más violácea, reflejaba el enorme dolor que le estaba produciendo aquella gigantesca mole. Finalmente la criatura se deshizo de Santiago lanzándolo hacia el vacío con tal fuerza que se elevó varios metros antes de precipitarse.

Sin ningún obstáculo que dificultase su acceso la criatura se posó en la cima de lo que quedaba de edificio. Fuente desde el borde opuesto se percató de que la altura aun era considerable, el impacto contra el suelo acabaría con cualquiera, incluso con aquel monstruo, la pregunta era como. Miró el cargador de su rifle de plasma, quedaban apenas diez disparos, en sus bolsillos no había munición de recarga, solo un par de granadas de mano.

La criatura se acercó hacia él con las fauces abiertas como si quisiera comérselo, emitiendo su potente grito. Fuente no se precipitó al vacío por poco, pero quedó impregnado de aquellas viscosas babas. Hábilmente aprovechó el momento de prepotencia del ser, para escapar por debajo de sus enormes piernas. Varios zarpazos a punto estuvieron de alcanzarlo, pero la criatura era tan grande y el espacio en el edificio tan reducido que todos los movimientos de esta eran cuanto menos torpes.

De espaldas a él, la criatura intentaba darse la vuelta para atacar de nuevo, Fuente observó colgando de la blanca espalda de la abominación, el tejido con el que la nave la había transportado hasta allí. Armó el rifle de plasma y disparo un tiro certero hacia el tejido. Al impactar, Fuente observó que esta vez la criatura si sentía dolor, aunque no lo suficiente como para acabar con lo que fuera eso.

Aquella mole con piernas y brazos pesaba demasiado, y así lo hizo saber el suelo que comenzó a ceder a los pies de esta. << ¡Mierda el edificio se nos viene abajo!-pensó al ver como los pies del monstruo destrozaban los pisos inferiores-¿Pero cómo me deshago de él?>>, en ese momento lo vio claro, el punto débil del mutante era aquel extraño tejido que sobresalía de su espalda, el blanco era fácil puesto que la criatura había dejado a un lado su ataque y luchaba por no caerse del edificio.

Fuente lanzó una de las dos granadas que aún le quedaban en los bolsillos, el impacto hizo que la abominación soltara un grito aun más fuerte que los anteriores, aunque la granada solo sirvió para que la criatura recordara porque estaba allí arriba. A causa del derrumbe, el engendro había caído varias plantas y no llegaba a alcanzar a Fuente que miraba ojiplático como esta, con una incontrolable furia, lanzaba un fuerte golpe contra los restos de la estructura, la cual mantenía a Fuente en una posición elevada.

La separación entre la criatura y Fuente se vio reducida a la nada. Montones de escombros se derrumbaban sobre el cuerpo del monstruo que lanzaba manotazos a diestro y siniestro para evitar los impactos. Fuente tuvo suerte de no ser golpeado por ninguna de las dos gigantescas manos, no así su rifle de plasma, que salió disparado perdiéndose casi en el horizonte.

Fuente aterrizó sobre el enorme lomo de la criatura, dándose un fuerte golpe que le dejo aturdido durante unos instantes. Al parecer el monstruo creyó haber acabado con él, ya que dejó de lanzar manotazos. Tenía tan cerca el tejido extraño que casi podía arañarlo con sus uñas aunque si una granada y una célula de fusión no habían causado el más mínimo rasguño de poco serviría que lo arañara. El supuesto punto flaco de la criatura tenía una forma bulbosa, del color de la sangre. De su interior emanaba una especie de líquido trasparente bastante gelatinoso.

De repente el engendro volvió a lanzar violentos manotazos, parecía como si se hubiera percatado de que Fuente estaba a sus espaldas, pero la forma en la que estaban constituidas sus extremidades no le permitían alcanzarlo. Por su parte a Fuente solo le quedaba una granada y un machete guardado en una funda colgada de su cintura.

La lucha con la criatura terminó por mermar sus fuerzas, Fuente estaba agotado, solo podía agarrarse a la espalda para no salir despedido por las intensas sacudidas del ser. Con dificultad deslizó la mano para desenfundar el machete, el líquido gelatinoso que emanaba del tejido bulboso hacia que cada vez fuera más difícil sujetarse a la espalda de la abominación, a decir verdad Fuente ya no sabía ni porque tenía tanto empeño por mantenerse y no caer, si no era el monstruo quien acabara con él, seria la propia gravedad al caer desde una altura como aquella.

<< ¡No me iré sin luchar!-se dijo a si mismo>>, Fuente sacó fuerzas de donde no había y desenfundó el machete, sujetándolo firmemente por la empuñadura lo clavó sobre el tejido de la criatura. Esta gritó con más fuerza, pero a diferencia de las anteriores ocasiones esta vez parecía que el dolor si le afectaba con la suficiente contundencia. El machete por la propia fuera que ejercía Fuente con su peso, rasgaba lentamente la piel del monstruo. La sangre fluía con intensidad por la incisión cada vez más prolongada. Tal era la cantidad de sangre, que las manos de Fuente, que se agarraba con todas sus fuerzas a la empuñadura del machete, se hundían en aquel rio rojo.

El engendro intentaba deshacerse de él arrancando trozos de la estructura que aun quedaba en pie del edificio y tirándolos hacia su espalda. En uno de sus ataques la criatura perdió pié y el edificio cedió, precipitándose al vacio con Fuente aferrado firmemente al machete.

-¡Oh no, mierda!

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