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sábado, 22 de febrero de 2014

CAPÍTULO XIII - LOS BAJOS FONDOS



JACQ




Bjarme Risa finalizó su actuación conforme la comenzó, sin pena ni gloria. Dos números más la precedieron. El primero un cantante de poca monta con su vieja guitarra española. El siguiente era el número especial de la noche. Jacq miraba babeando como la bailarina que estaba actuando en esos momentos movía los pechos al son de la música.

Morena de pelo largo, piel tersa, caderas estrechas, destacaba por sus voluptuosos pechos. Eran grandes como jamás había visto Jacq. <<Si todos los pechos fueran así no existiría hambre en el mundo - fantaseaba - seguro que con una mano no puedo cubrirlas>>. La excitación aumentaba por momentos, sentía como le apretaban cada vez más los pantalones. La bailarina por su parte seguía contorneándose, ganándose todo tipo de piropos y sandeces de los varones allí presentes sin llegarse a quitar ninguna prenda.

Jacq despertó de su fantasía erótica de golpe.

-¡Deja de mirarle las tetas a la bailarina y atiende que esto es importante!- Poli su hermana le propinó una colleja que sonó en todo el local, pero nadie se percató excepto Jacq que notaba como le picaba el pescuezo.

-El plan es el siguiente- explicaba Hueter-mi amigo Delasno nos ha conseguido tres autorizaciones para entrar en el Luxury Odín, son de tres miembros de la Hermandad del Rayo. Los encontraron muertos a las afueras de la ciudad y les robaron los pases además de las armas y las servoarmaduras. Hoy dormiremos aquí, ya mañana temprano entraremos. Por cierto Jacq ¿quien era el negro que hablaba antes con vosotros?

-Tengo unos asuntillos pendientes con el, si todo sale bien tendremos un nuevo integrante en nuestro grupo sin coste alguno.

-Ve con cuidado amigo estas calles están repletas de indeseables. No me fío un pelo alguien que no conozco- aportó Hueter.

-Ya lo se compadre, me lo dejaste bien claro el día en que nos conocimos- Jacq dejo escapar una carcajada. No dio tiempo ni a acabarse la cuarta cerveza, cuando el show de la morena pechugona termino, con el consiguiente abucheo de los espectadores al comprobar que finalmente no se deshizo de ninguna prenda.

Era la hora, ya no había más actuaciones y la gente comenzaba a abandonar el bar. Jacq salió solo al lugar de encuentro. << ¡Otra noche mas sin dormir!>> Le gustaban los días largos, sobre todo pasar las noches en vela.

Echó mano del paquete de tabaco para encenderse un cigarro, quedaban pocos, debía subministrarlos bien, no sabia donde encontrar tabaco por aquella zona, aunque con tanto antro seguro que alguno de ellos vendería.

La gente parecía no dormir en aquella ciudad, los yonkis del callejón estaban aun mas colocados y el sonido los gritos, conversaciones, disparos era el mismo que el de la tarde anterior.

El cigarro le duro lo justo para llegar al puesto de los guardaespaldas.

-¡Tu!- señalo a James Black al tiempo que dejaba caer el cigarro al suelo dándole la última calada -¿Cual es tu tarifa?

-Cien chapas por viaje y persona- el negro sabia disimular. Hablaba como si no se conocieran.

-Esta bien quedas contratado, voy yo solo. Vamos- la voz de Jacq sonaba un poco forzada, pero a ojos de los compañeros de James Black parecía un viajero cualquiera dispuesto a fundirse el dinero en los casinos.

Caminaron unos metros sin mediar palabra, James Black le seguía cubriendo las espaldas tal y como hacia con sus auténticos clientes.

-¡Dame la pasta o te rajo!- la voz no era la de su compañero, Jacq notaba como algún objeto le pinchaba suavemente la parte lumbar izquierda. Sin tiempo a girarse escuchó un disparo cercano, quedando salpicado de sangre. El cuerpo del presunto atracador, cayó muerto con un agujero en la cabeza del diámetro de una botella de cerveza, creando un charco de sangre en el suelo.

-Un drogadicto menos- bufó James Black.

-¿Como sabes que es drogadicto?- preguntó Jacq desconcertado.

-Si hubiera sido alguien en su sano juicio, no habría atacado tan directamente a una persona que va acompañada por uno de los nuestros. Por aquí- señaló con el dedo una calle a su derecha, de proporciones similares a la que transitaban.

Sea cual fuera la calle en Penélope, todas estaban muy poco iluminadas. Había farolas pero la mitad con las bombillas fundidas o rotas, otras habían corrido peor suerte al encontrarse tiradas en el suelo fruto de reyertas o batallas dentro de la ciudad. Dicho panorama dejaba la ciudad con una iluminación deficiente, hasta tal punto que en algunos rincones estaban completamente a oscuras, rincones aprovechados por ladrones mas especializados que el yonki que había intentado atracar a Jacq anteriormente. James Black esta vez iba delante, siguiendo la ruta más segura para evitar otros posibles altercados. Jacq no podía entender como una ciudad así podía estar rodeando por completo la ciudad más rica de la región.
Esclavitud


-No te equivoques Jacq, esta ciudad esta podrida. El dinero entra en el Luxury Odín y ya no vuelve a salir. Adinerados con los bolsillos llenos de chapas entran creyéndose los dueños del mundo, para salir a las pocas horas en ropa interior y sin una mísera moneda. La mayoría se quedan aquí vagando en pena, buscando algún trabajo que les haga recuperar parte de lo perdido. Pero lo que no absorbe el Odín termina por absorberlo Penélope, drogadicción, alcoholismo, prostitución y ludopatía por doquier tanto en un lugar como en otro hacen que las personas terminen completamente locas esperando a que alguien les meta un tiro en la cabeza en un intento de robar dinero para comer o drogarse o simplemente de una sobredosis de Anexis.

-¡Macho me estas acojonando!- Jacq sintió un fuerte escalofrío al escuchar el relato que sin ton ni son le había contado el guardaespaldas.

-Historias aparte Jacq es el edificio que tienes ahí delante, donde están los dos guardias- señalo haciendo un movimiento con la cabeza- yo les distraeré. Sube escaleras arriba, no hay perdida, encontrarás una habitación grande que da al otro lado de la calle donde me has recogido, Cosmi Turbas esta durmiendo, duerme muy profundamente, aun así se lo mas sigiloso que puedas. El transmisor es como una de las radios del ejército. Solo pulsa el botón reset, una vez lo hayas hecho tira este dado por la ventana y espera a mi regreso-abrió la mano y dejo caer un dado amarillento en la palma de la mano de Jacq- ¿Entendiste?

Jacq asintió con la cabeza. Acto seguido James el guardaespaldas se acercó corriendo hacia los guardias de la puerta, esta estaba abierta, no podía estar de otro modo porque carecía de puerta física. Una mentira muy buena debió contarles puesto que salieron todos corriendo hacia la parte delantera del edificio de inmediato.

Era el turno de Jacq, con paso firme y rápido se adentro en el edificio sin ser visto por nadie. Conforme subía las escaleras por aquel pasillo oscuro escuchaba los ronquidos cada vez más fuertes de Cosmi Turbas.

James Black tenía razón, el señor Turbas dormía a pierna suelta, un hombre calvo de pelo canoso, durmiendo en una cama vieja del antiguo mundo, luciendo su gran barriga con los botones de la camisa desabrochados.

Era una habitación grande y polvorienta, con el suelo lleno de objetos, lo que dificultaba el silencioso avance de Jacq. La cama estaba situada a su izquierda, enfrente una mesa redonda de madera, encima de la mesa estaba el transmisor de frecuencia. Conforme le había informado el James el guardaespaldas era muy parecido a una de las radios del ejército.

Jacq llegó a la mesa no sin antes tropezar un par de veces con botellas de cristal que había tiradas en el suelo. Cosmi Turbas hizo intención de despertarse, para fortuna de Jacq el intento fue fallido.

Siguiendo las órdenes de James pulsó el botón reset, le parecía curioso puesto que era demasiado obvio, pero tampoco le importaba saber más del asunto. Acto seguido tiró el dado por la ventana y se quedo quieto en la habitación como si de una sombra se tratase.

El sonido del dado golpeando el suelo de la calle repetidas veces dio paso a la voz de James Black; - ¡Compañeros somos libres! ¡Podemos quitarnos los collarines que tantos años de esclavitud nos han brindado!- instantes después James entraba en la habitación.

-¿Que coño haces?- preguntó Jacq. El guardaespaldas estaba poniéndole el collarín alrededor del cuello a Cosmi Turbas.

-Jacq hazme un ultimo favor, vuelve a darle otra vez al botón de reset.

Sin poner oposición hizo lo que le pidió y pulsó de nuevo el botón de reset. El collarín esta vez rodeando el cuello del esclavista Cosmi, comenzó a emitir un sonido agudo, bastante molesto. El hombre al escuchar el zumbido se levanto de un sobresalto.

-Pero que...-

-¡Cállate!- interrumpió con toda calma James Black el sobresalto del esclavista- Aunque sea por unos segundos vas a saborear lo que hemos sentido nosotros durante años.

-Si voy a morir ahora no lo haré solo - Cosmi Turbas se abalanzó sobre James Black, intentaba pegarse lo máximo posible al que había sido su esclavo durante muchos años para que así el collarín les hiciera explotar a los dos. Jacq no se lo pensó dos veces, cogió una de las botellas de cristal del suelo y le dio de lleno en todo el rostro al señor Turbas, esté cayó de espaldas sobre la cama y el collarín exploto. El cuerpo sin vida quedo tirado en la cama, sin cabeza y con las sabanas y paredes de los alrededores teñidas de sangre.

-¡Gracias!- James Black le agradeció el oportuno botellazo- Si no llega a ser por ti ahora mismo yo tampoco tendría cabeza. Te debo la vida y la libertad.

-¿Entonces ahora vendrás con nosotros?

-Es lo menos que puedo hacer por ti. Aunque por lo que tengo entendido vais a entrar en el Luxury Odín. Yo por mi parte prefiero quedarme aquí. Ahora con Cosmi Turbas fuera de circulación el negocio es nuestro. Una vez volváis os estaré esperando, mientras me dedicare a lo que he hecho toda mi vida, ser guardaespaldas.

Jacq se sentía alterado y confuso. Aquellas palabras de agradecimiento le hicieron cambiar de perspectiva, después de todo, el mundo aun tenia esperanza, se merecía otra oportunidad. Si el había sido capaz de liberar desinteresadamente de la esclavitud perpetua a una persona que conoció unas pocas horas atrás, cualquier persona era capaz de hacer el bien. Aunque hubieran pasado mas de doscientos años de la guerra, esta nunca finalizó, solo cambió sus enemigos.

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