Menu

martes, 21 de enero de 2014

CAPÍTULO IV - TRAJES SÚCIOS



ROSE




Sentada encima de una mesa sucia y llena de papeles desordenados que hacia de mostrador, desnuda de cintura hacia bajo, Rose notaba una y otra vez las embestidas de aquel hombre que había conocido unas horas antes. Sentía el frescor de la mesa metálica en su culo desnudo y el calor que desprendía el desconocido. << ¡La tiene enorme!>> pensaba.

-¡No pares!- decía una y otra vez. En ese momento se escuchó en la sala el abrir de la puerta principal.

-¿Hola?- preguntó una mujer de pelo rojizo -¡Ostras!

<<Mierda pensaba que había cerrado la puerta con llave>> maldijo Rose en sus adentros. El desconocido un hombre alto, moreno con pelo corto se escondió rápidamente debajo de la mesa.

-¡Eh tu!- gritó Rose dirigiéndose al desconocido -¡Venga fuera, así ya no me sirves!- el hombre escondido aun debajo de la mesa se subió los pantalones y salió con la cabeza gacha por la misma puerta que había entrado la mujer de pelo rojizo. Rose aun desnuda de cintura hacia abajo se dirigió a la mujer.

-¿En que puedo ayudarle?- preguntó con toda normalidad, sin dejar que la situación la sonrojase.

-Un tabernero necrotizado de un bar de las afueras, me comentó que aquí teníais habitaciones disponibles-

-¡Efectivamente! ¡Bienvenida a la pensión Rose! ¡Soy Rose Tinmar!- se presentó al mismo tiempo que se volvía a poner la falda. Una falda vieja y lisa de color rojo desgastado.

-¡Encantada! ¿Menudo corte te habré dado no? ¡Lo siento! ¡Soy Poli!-

-Tranquila, los hombres siempre tienen la polla ardiendo. Seguro que vuelve, si no otro vendrá...je...je...je. ¿Solo Poli? ¿No tienes apellidos?- pocos eran los habitantes que aún conservaban sus apellidos, bien porque los padres los desconocían o porque habían sido criados en orfandad. En cualquier caso muchos se inventaban un apellido propio, los afortunados que conservaban un apellido de antes de la guerra solían ser gente adinerada aunque siempre había excepciones.

-No tengo ningún apellido, solo soy Poli.

-Bien Poli en ese caso ¿Cuantas noches quieres?

-Solo una y que sean dos habitaciones debo ir a recoger a mi hermano que se encuentra el bar que te he nombrado. No le dejaran salir si no pagamos la comida.

-¡Mira que le he dicho de veces que siempre el dinero por delante! ¡Pero nada el siempre haciendo amigos!- dió una patada en la mesa metálica que resonó en toda la sala. Una sala oscura, iluminada por dos tubos fluorescentes, uno de ellos parpadeaba señal de que ya le quedaba poca vida. En la entrada había sillas de coche a modo de recibidor y al fondo la mesa con papeles donde se encontraba Rose. Detrás suyo un armario archivador metálico con cajones cuadrados, los cuales no parecían contener nada-¡Son veinte por habitación y noche!

Poli sacó el dinero de una riñonera vieja que llevaba abrochada a la cintura.

-aquí tienes.

Rose recogió el dinero y le entregó dos llaves correspondientes a las habitaciones que había alquilado.

-Bueno un placer, luego nos vemos me voy a buscar a mi hermano. Veremos si aun sigue vivo- suspiro la mujer pelirroja mientras se dirigía hacia la puerta de salida ante la mirada fija de Rose.

Antes de que pudiera abrir la puerta se escucho el tintinear de unas campanas pequeñas.

-¡No abras!- Rose se dirigió rápidamente hacia la puerta y la cerro con llave sin dejar salir a nadie -¿Que pasa?

-Ven conmigo arriba a la terraza y sabrás lo que pasa.

Subieron por unas escaleras de madera que crujían a cada paso. Pasaron el primer piso donde estaban las habitaciones y siguieron subiendo. Rose estaba tensa, sabia de sobra porque habían sonado las campanas. Era un sonido que la ponía enferma.

Una vez en la terraza observaron que en la plaza había dos hombres, vestidos con trajes grises de antes de la guerra. Parecía que no fueran armados, pero se notaba que algo escondían debajo de la americana.

La gente que en esos momentos se encontraba en la plaza del pueblo estaba callada, atendiendo al discurso de uno de los hombres del traje gris.

-¡Si os entregáis y prometéis servir a la banda del traje gris no sufriréis daño alguno! ¡Sino aceptáis estas condiciones volveremos y lo haréis por la fuerza! ¿Ha quedado claro?- gritaba una y otra vez.


Pensión Rose
-¿Poli sabes utilizar esto?- Rose señalaba un viejo rifle que tenia apoyado en una de las esquinas de la terraza. Poli asintió con la cabeza -¡Pues mándale un recadito de mi parte que yo tengo muy mala puntería!-

-¿Que dices? ¡Si nunca he matado a ningún humano!- la muchacha del pelo rojizo estaba alterada al oír esas palabras.

-¡O disparas o nos pasaremos la vida siendo esclavos!- Poli muy nerviosa cogió el rifle -¡Esta cargado no te preocupes! ¡Que no quede ninguno de los dos en pie!- apoyó el rifle en su hombro y apuntó. El primer disparo dió en la pierna derecha del trajeado que exponía sus condiciones al resto de ciudadanos. El pánico se apodero de la plaza y el segundo hombre escapó entre la multitud alborotada.

-¡Bajemos rápido no tenemos mucho tiempo!- Poli dejo caer el rifle y corriendo bajaron a la plaza donde aun yacía el hombre del traje gris herido en la pierna. La bala había impactado de lleno en el muslo de la pierna derecha, sangraba mucho y si no recibía asistencia medica, en cuestión de minutos moriría desangrado.

-¡Habla! ¿Cuando van a venir?- gritaba Rose al mismo tiempo que sacudía con sus manos el cuerpo del hombre contra el suelo. No obtuvo respuesta.

El cuerpo inerte del hombre yacía en el centro de la plaza, Rose se dirigió a los habitantes del pueblo cual alcalde:

-¡Escuchad!- quiso recibir la atención de todos - ¡No se cuanto tiempo tardaran en venir a por nosotros, igual si están preparados en menos de una hora estarán aquí! Nadie va a venir a defendernos,  somos nosotros contra ellos. ¡Si queréis seguir siendo libres y morir libres preparémonos para la batalla, de lo contrario moriremos como esclavos!- al oír esas palabras la plaza estalló en un grito de motivación, no serian mas de veinte personas pero gritaban como cincuenta.

-¡Ven te necesitamos!- apresuró Rose cogiendo a Poli por el brazo.

-¿Y mi hermano? ¡Seguro que puede ayudarnos!-

-¡No hay tiempo vamos!- volvieron a entrar en la pensión.

No pasaron ni tres minutos y la plaza estaba desierta. Todo el mundo había tomado posiciones para luchar contra la amenaza de los Trajes Grises.

-¿Quienes son esos? ¿Que pasa?- Poli no sabia que pasaba. Todo había transcurrido muy deprisa.

-Cada vez que suenan las campanillas, significa que alguna amenaza se acerca al pueblo, últimamente nuestra mayor amenaza son los traficantes de esclavos. Cada vez que vienen se llevan a dos o tres de los nuestros, para luego venderlos como putas, criados o vete tú a saber que. Hoy han ido demasiado lejos y quieren que el pueblo entero sea suyo.

-¿Y con que vamos a defendernos? Las únicas armas que he visto son el rifle de la terraza y mis dos pistolas.

-¡Tranquila esta todo controlado!- respondió Rose en tono confiado, al mismo tiempo que abría uno de los cajones del archivador metálico que había detrás del mostrador de su pensión.

Cada cajón contenía diferentes equipaciones como granadas electromagnéticas, pistolas de plasma, munición de plasma y armaduras convencionales.

La cara de Poli era el reflejo de la incredulidad al ver tal arsenal.

-¡Coge lo que necesites!- dijo Rose, al mismo tiempo que se desnudaba para ponerse una de las armaduras.

Habían pasado unas dos horas desde la reunión en la plaza. La noche estaba al caer y el nerviosismo de la población aumentaba.

Habían dispuesto unas pocas minas antipersona por toda la ciudad.

-¡Atacarán por la noche! ¡Lo se!- los habitantes de aquel pequeño pueblo, levantado sobre los escombros de una ciudad en ruinas esperaban ansiosos. Situados estratégicamente en las alturas mas protegidas de cada edificio. Rose y su huésped pelirroja esperaban en la terraza de su posaba donde tenían una perfecta visión de todo el pueblo y de los exteriores de este.

La noche se cernía sobre un pueblo silencioso. Nadie decía nada. A lo lejos se divisaban las primeras sombras. La noche era oscura, iluminada por las estrellas con la ausencia de la luna, lo que hacia difícil distinguir cualquier cosa a lo lejos.

-Deben ser ellos- dijo Rose en voz baja. Las sombras cada vez eran mas claras. Una de las minas estalló sin previo aviso, un cuerpo mutilado sin pierna vestido de traje gris voló a varios metros de altura. El pueblo estaba rodeado, había hombres de la banda del Traje Gris por todos los frentes del pueblo.

-¡Es vuestra ultima oportunidad! ¡Rendiros o morid!- se escucho a lo lejos. Nadie respondió. El silencio era amo y señor del pueblo. Momentos mas tarde la primera pistola de plasma sonó y acto seguido toda una sinfonía de disparos, granadas y gritos de dolor. En un abrir y cerrar de ojos el pueblo se había convertido en el escenario de una batalla por la supervivencia a la luz de las estrellas. Los rayos de plasma y las explosiones iluminaban intermitentemente las calles. Rose seguía expectante, a cubierto en la terraza, mientras Poli había matado por primera vez una persona con un tiro certero en la cabeza.

-¡Vamos que son pocos y cobardes!- se escuchaba gritar en el edificio de enfrente. Rose observaba como Poli había cogido el gusto por la masacre humana. Disparaba sin contemplación hacia los hombres del traje gris. <<Ya no hay vuelta atrás>> pensó. Apoyada sobre su rodilla izquierda desenfundo su pistola de plasma y abrió fuego hacia la plaza. Había hombres del pueblo atacando a los pocos del Traje Gris que aun quedaban en pie. Poco a poco la banda fue retrocediendo y cuando menos lo esperaban ya habían desaparecido. La banda del Traje Gris había sido derrotada. La alegría momentánea del pueblo se vio truncada rápidamente por la muerte de algunos habitantes.

-¿Que te ha pasado?- pregunto Poli al ver la tardanza de Rose en atacar y apoyar a sus vecinos.

-¡Mis hijos!- respondió con tono triste -Hace un año estos mal nacidos vinieron y se llevaron a mis hijos.

-¿Tienes idea de donde pueden estar?

-Claro, pero yo no puedo ir. No valgo para la guerra-las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas- Necesito alguien que me haga ese favor. Un grupo de personas quizá. Estoy dispuesta a pagar una generosa recompensa porque me los devuelvan. A ser posible vivos.

-Eso puede ser muy peligroso...

-Lo sé. ¿Me has dicho que tienes un hermano verdad? Habla con el, y si decidís ayudarme venid a hablar conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario