ROSE
Echó el
cerrojo a la puerta principal de la pensión nada más salir los nuevos
mercenarios que había contratado. Solo quedaba por hacer una parte del trato
para cerrar definitivamente el acuerdo. Rose estaba dispuesta a hacer cualquier
cosa para recuperar a sus hijos.
Muchos eran
los mercenarios que se habían ofrecido para la misma tarea en los últimos dos
años, pero o acababan muertos o simplemente se fugaban con las armas prestadas.
Por esta razón el potencial armamentístico que guardaba Rose era menor que
antaño. Debía de confiar en el buen hacer de las personas, pero hasta la fecha
no había obtenido resultado. Esta vez tenia sensaciones distintas, aunque sabía
de sobra que era una misión muy arriesgada y que muy probablemente sus hijos ya
estuvieran lejos del Notocar o quizás muertos. No quería pensar en ello, pero
la idea siempre le rondaba por la cabeza.
-Sígueme-
dijo a Jacq que esperaba apoyado en el escritorio. Sin mediar palabra subieron
a la primera planta, donde se ubicaban las habitaciones del hostal.
Toda la
planta estaba restaurada con tablones de madera y trozos metálicos, planchas,
trozos de uralitas, cualquier material con unas dimensiones considerables era
aprovechado para construir y restaurar. Se notaba que la pensión de Rose había
sido restaurada a conciencia.
Había cuatro
puertas a la izquierda del pasillo, tres a la derecha y una al fondo. Rose
recorrió el pasillo entero, su habitación era la del fondo, Jacq la seguía sin
mediar palabra.
La puerta
estaba abierta.
-Pasa y ponte
cómodo.
La habitación
era grande, en el centro una cama con forma de corazón, las sabanas que la cubrían
eran color rojo carmesí aterciopeladas. A los pies de la cama un arcón metálico
donde Rose guardaba toda su ropa. Al fondo un mueble bar antiguo, con puertas de
cristal agrietado, lleno de licor, whisky, ginebras, ron y cervezas. La
habitación estaba mucho más limpia que el resto de la posada.
Los rayos de
sol de mediodía se colaban por pequeñas ranuras en las paredes exteriores,
iluminando la habitación en un ambiente intimo.
-¿Puedo
servirme una copa?- fue la pregunta de Jacq al ver las botellas de licor.
-¡Por
supuesto sírvete tu mismo!- respondió Rose irónicamente. Jacq no debió entender
la ironía puesto que se sirvió una copa de whisky -¿Se encuentra bien el señor?
-¡Por
supuesto y mejor que voy a estar!-respondió efusivamente. Jacq se sentó en la
cama.
-Acabemos con
esto cuanto antes- suspiró Rose. Le desabrochó los pantalones. Notaba como ya tenía
el miembro duro. Lo acarició suavemente, una y otra vez. Sentía mucha
excitación. Las caricias pasaron de las manos a la boca. No dejaba de succionar
a la vez que acariciaba la zona de los testículos con su mano.
Jacq se retorcía
de placer. Beber el whisky pero lo único que conseguía era derramar su
contenido entre las sabanas.
<< Me
encanta - pensaba Rose - pero no se me debe notar >> Recorría una y otra
vez el pene con la lengua, sabía que más pronto que tarde acabaría por hacerle
llegar al orgasmo.
Pasaron unos
minutos cuando Rose notó como Jacq había llegado, los fluidos procedentes del
miembro de aquel hombre corrían ahora por sus labios. No le importaba, le
encantaba.
- ¿Ya está? -
Jacq interrumpió su momento de máximo placer - Hay trato entonces. Espera a
nuestro regreso.
Fueron las últimas
palabras que Rose escuchó antes de ver desaparecer por la puerta al último
mercenario que había estado en sus aposentos. Se quedó extrañada, normalmente
todos los hombres pedían repetir, pero él se dedicó a vestirse de nuevo,
acabarse la copa y marchase. Algo había cambiado, sentía la esperanza de que
esta vez no fuera como las anteriores.
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